lunes, 26 de marzo de 2018

Diego de Giráldez es un pintor, un artista, diferente

Diego de Giráldez es un pintor, un artista, diferente


Diego de Giráldez: “La humildad y la grandeza”




Lo enigmático, lo mágico, la espiritualidad y la trascendencia en un museo con alma
Decía Xosé Francisco Armesto Faginas en el libro “La Realidad de un Pintor”, dedicado a la vida y obra de Diego de Giráldez, lo cual vale para este estudio sobre el singular artista: “Estas páginas, hijas de varias y valiosas plumas, tienen una razón de ser: la existencia de un gran pintor – Diego de Giráldez – cuyo origen y curso de la vida seguimos, junto a una plural interpretación de su obra. En la bibliografía sobre el artista, este trabajo va a tener una gran importancia y estudios futuros que no faltarán, deberán contar con él”.

Un señor del arte y de nuestra era para la posteridad

 “Sabemos que Diego de Giráldez es un pintor, un artista, diferente. También sabemos que se le ha bautizado con un sin fin de adjetivos. Eso es lo que sabemos ¿Pero que es lo que podemos decir? Lo que podemos decir de este prolífero artista es que fue capaz de crear un mundo que es de su propiedad, que sus obras no se parecen a nada de lo pintado hasta hoy en el mundo. Ha creado una obra que le distingue fácilmente de todos los demás. Una obra con estilo propio, distinta y universal. Una obra que permanecerá en el círculo del Olimpo de los inolvidables”.    Enrique Gómez 1985

Se amplía el museo de arte Diego de Giráldez

Diego de Giráldez nos habló, hace algunos años, en 2006, de la creación de un museo de arte en el edificio de su propiedad en la Plaza Mayor nº. 4, de la villa de A Cañiza. Hoy nos cuenta, e invita a visitarlo, que en pocos meses  –concretamente el día 6 de mayo del próximo año 2013- se inaugurará  y estará abierto todos los domingos de los meses de mayo, junio y julio. Además se pueden concertar visitas en otros días- será la ampliación del Museo Diego de Giráldez.
La Casa Museo, que desde este año 2012 cuenta con una “Plataforma de Amigos de la Casa-Museo Diego de Giráldez”, pasará a tener 1.500 metroscuadrados de superficie dedicada a exponer la obra del pintor, con 2.500 metros lineales de exposición que acogerán más de 500 obras, entre dibujos, pinturas y esculturas.
Mientras un amigo de la Plataforma nos dice que la cosa no queda aquí: “Se estudia la posibilidad de abrir una sede en Madrid, en un excelente local de 500 metros cuadrados”, el pintor nos cuenta, también, que trabaja, como mínimo, durante diez horas diarias. Nos enseña una pequeña carpeta con excelentes bocetos, apuntes y dibujos que llevan consigo, impregnados, una ducha de las aguas de los ríos de sus montañas o de las azules aguas de los mares que bañan la maravillosa ría de Vigo, salteada con los verdes boscosos de las empinadas sierras. Mientras el sótano alberga una escultura en la que está trabajando, en bronce, que le han encargado desde Roma. Más dibujos y pinturas sobre lienzos o madera, donde en esa pintura universal que nos sorprende y ayuda a pensar –resultado de la vivencia o experiencia de su recorrido vital por distintas partes del mundo- se adivinan, se ven, las raíces gallegas. Sobre una mesa se amontonan docenas de libros de su bibliografía.

Los críticos nos cuentan que Giráldez lleva casi cuarenta años exponiendo su pintura y en este largo espacio de tiempo una nueva generación ha crecido con su Realismo NAS. En el recorrido por el ampliado Museo observamos como en  el curso de estos años se ha ido desprendiendo de la parte más académica y de no pocos de aquellos rasgos de sus primeros cuadros que conmovían su inquieta juventud en el marinero barrio del Berbés, del Casco Vello vigués. Aquellas inquietudes se perciben en la difuminación aunque dieron paso a su creación, a su gran aportación al mundo del arte, el conocido por estilo NAS.
Cuentan los críticos que le han seguido desde su primera exposición que: “a su rebeldía de adolescente se le unió su “ángel”, su técnica depurada, su constancia,……., una buena dosis de ingenua desfachatez llevaron al artista a la esencial labor de expresarse a sí mismo y al mismo tiempo añadir una parcela inédita a la totalidad universal del realismo, algo que se le había olvidado, escapado, a los dioses: Goya, Velázquez, ………, y después a todos, hasta ahora, preclaros albaceas. Todos esos grandes alabadores de los ismos. Diego de Giráldez es él. Continuador de tradiciones con la aportación de una expresión inédita y personalísima”. A todo ello se le puede añadir la combatividad, entusiasmo y valentía a la hora de crear un nuevo estilo dentro de algo tan difícil como es el Realismo.
En el transcurso de la visita sale en medio de la conversación unas frases de las que quiero hacerme eco: “Mi obra quiere aportar algo nuevo a este mundillo. Mi arte quiere ser arte con mayúsculas, sobre todo y ante todo. Algunos dicen que estoy marcando cierta trayectoria universal en las nuevas generaciones, incluso lo comentaron estudiantes y profesores de otros países, que visitaron esta casa. Siendo así es doble la satisfacción. No por mí, que también, sino por el propio arte y, porque no, por Galicia, puesto que de una u otra forma la “tierra”, ciertas características gallegas, están presentes en mi obra. Las inquietudes y la vivencia diaria –una gran parte del año estoy por aquí-, la atmósfera, el clima, algunos de los colores y el paisaje,..., de Galicia de alguna forma están presentes en mis cuadros”.
Sus cuadros hoy están en este y otros 150 museos de todo el mundo, además de casas de coleccionistas privados de: Londres, Moscú, Nueva York, Los Ángeles, Greenwich, Connecticut, Colorado, Florida, París, Maryland, Ciudad de México, Qatar, ……… Así como en muchas colecciones privadas de la Península Ibérica: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Bilbao, Málaga, Murcia, Alicante, Coruña, El Escorial, Pontevedra, Orense, Lugo, Badajoz, Toledo, Granada, …, y prácticamente el resto de toda España y Portugal.
Precisamente en Londres, donde estuve un temporada, me comentaba un buen amigo, John, mitad niño mitad campesino y erudito en las ciencias y el arte, que: “La pintura de Diego de Giráldez, el Realismo NAS –ese “misterio” de la realidad-, a diferencia de los audaces -que buscan cierta preferencia en los medios de comunicación y en los ámbitos a los que le parece lícito cualquier cosa que represente feísmo, monstruosidad, ….-, se defiende sola. Es una obra con importantes valores estéticos. Una obra que deslumbra con lo insólito y por lo diferente”.
Me sigue comentando: “Además, en los paisajes de Diego de Giráldez, se ve que (en ocasiones me ha hablado de su villa –A Cañiza-, de su refugio en la aldea, buscando oxigeno, una contraposición al modo de vida urbano que lleva en Vigo, Barcelona o París. Un lugar donde lleva una vida pausada, diferente a la que hace cuando está en la ciudad) está en contacto con la naturaleza, con el entorno humanizado por la naturaleza, visto desde el humano urbano que  retorna con amor al mundo natural todavía no dominado por el hombre. Lo que al artista le proporciona, para plasmarla en sus lienzos, una nueva visión del paisaje”.    Breo de Gómez/ Julio 2012

Diego de Giráldez un artista del siglo XX para imaginar el XXI

Se inauguró la Casa-Museo Diego de Giráldez para convertirse en el mausoleo de una de las mayores figuras del arte gallego del siglo XX y de lo que va del XXI. Allí se pueden ver más de 300 obras que forman parte de su colección privada y cuya exhibición abarca los más 50 años de su pintura. Período de su producción artística desde la etapa inicial en su villa natal, A Cañiza, con apenas 6 años –con carbones de la lareira- hasta su más conocido “Realismo NAS”, pasando por todas sus épocas y evolución. Una línea de tiempo que permite apreciar las diversas etapas y disciplinas, pintura y escultura, que experimentó Diego de Giráldez a lo largo de toda su carrera artística.
Carrera artística en la que:
En Marzo de 1980 fue seleccionado para la exposición “Maestros del Realismo Español” con Antonio López, Eduardo Naranjo,.... Los medios de comunicación comentaron: “La obra de Diego de Giráldez, sorprende por su exquisito lenguaje y poético sentido con un soberbio terminado que caracterizan a las obras maestras....”
En 1991 es invitado por el Excelentísimo Ayuntamiento de Vigo para inaugurar A Casa das Artes e da Historia de Vigo.Hecho que realiza con una antológica excepcional.
En 1998, es seleccionado como uno de los dos pintores que representarán a España en la “Expo Universal 98” de Lisboa.”
Realizó más de 350 exposiciones individuales a lo largo y ancho del mundo. Su obra figura en importantes colecciones privadas y en 150 museos de más de veinte países de Europa, América, Asia y África. La bibliografía de este pintor está compuesta por 32 libros, en los que han participado distintas y valiosa plumas, desde críticos de arte hasta directores de museos, escritores, poetas, etcétera.
Hoy en día para hablar de la pintura de Diego de Giráldez es suficiente escribir un texto que lleve, simplemente, ese nombre. Por qué su obra es diferente, es una estética propia, es una manera de hacer arte inconfundible, por ello es suficiente reducir la crítica de arte a su apellido. No obstante hacemos referencia al comentario que sobre el pintor realizó Valentín Paz Andrade cuando, a principios de los años ochenta del pasado siglo XX, visitó la exposición Plástica Gallega: “Dende a miña óptica, contemplando a obra de Diego de Giráldez, é un dos novos mestres dese realismo que comenzado por Velázquez foi seguido, aquí en Galiza, por Antonio Puga. Pero diferente. É unha criación orixinal, nova. A obra dun pintor que atopou o seu propio estilo, que nos achega unha mensaxe plástica chea de autenticidade”.
En cuanto a las esculturas de Diego de Giráldez, una parte de ellas, son parte de la historia  de una contemplación contemporánea en una polémica continuada con el sacrificio y muerte –algo que se puede ver en el cuadro El Cristo-Hombre/1982 y en distintas esculturas con temas “religiosos”- que con marca propia modela la actualidad  desde su impulso vital y desde la perspectiva de que en tanto hombre vivirá su propia mortalidad, pero en cuanto a artista dejará un sello a las venideras generaciones.
Entre las historias que cuentan, sobre todo Fernando Franco, sobre la vida de Diego de Giráldez, dicen que, a parte de ser un empedernido comedor de sardinas y coleccionista de coches antiguos, durante los muchos años que utilizó el estudio de la Calle Real, o que utiliza los de las calles del Príncipe o Urzáiz-Calvario, los llenó de antigüedades: pianos, órganos, camas antiguas, lavamanos de porcelana, balanzas o básculas, …..
Volviendo a su Museo. Al comienzo nos encontramos con sus primeras pinturas y dibujos a carboncillo sobre papel de estraza y esculturas y luego, aparece su descubrimiento del arte NAS que modificó su modo de hacer para siempre. A la relación con el surrealismo, el naturalismo y la abstracción, habrá de añadírsele la reflexión del artista y la exploración incesante por la representación fiel de lo anatómico, sobre todo en partes de la cabeza. En otras de sus esculturas, tipo retablo,……., podemos adivinar el devenir de su mundo y  contemplar y recorrer sus tres dimensiones casi imperceptibles.  Breogán Gómez / Junio 2006.

Diego de Giráldez: Un museo con alma

Por: Serafín Villanueva (Profesor de Filosofía Clásica, escritor y articulista); Enrique Gómez (Crítico de Arte) y   Breogán Gómez-Giráldez Pérez (Jurista, Escritor, Emprendedor, Director del periódico El Foro y Periodista).

Años atrás asistimos a la inauguración de la Casa – Museo Diego de Giráldez, que alberga la colección particular pintor y escultor Diego de Girálde. Ahora, por segunda vez, a partir del próximo mes de mayo, podremos disfrutar de este peculiar y excelente monumento al arte cuando se vea ampliado con otro edificio colindante que, con una superficie total de más de dos mil metros cuadrados, albergará una exposición permanente en la que se muestran los fondos propios del artista, que no se muestran en ninguna otra parte al formar su colección privada.
Tuve el privilegio de visitarla anticipadamente. Es una de las muestras más importantes y en la que se recoge el recorrido vital de su obra. Algo con lo que el pintor muestra su compromiso con Galicia y con el número de visitantes que año tras año se fue incrementando, para contemplar o estudiar, sobre todo su “Realismos NAS” y, también, su recorrido desde las obras rescatadas del olvido: Cuadros: óleos y dibujos de sus primeros años – desde cuando apenas tenía 6 años – o sus esculturas más prematuras.
La ampliación de la Casa – Museo es, desde luego, una decisión importante para el mundo artístico, fruto del trabajo, de los desvelos y del cariño que el pintor siente por su tierra de origen. Con esta decisión estamos convencidos que, no sólo los amantes del arte, sino todos los gallegos estarán orgullosos de esta casa museo.

Comenzará el verano – dejaremos atrás las mañanas marrones del otoño, los blancos de los picos de las elevadas montañas en invierno y los incomparables verdes de la primavera cañicense – y volveremos a la Casa – Museo ampliada, emblemática, de Diego de Giráldez. Hoy en la visita privada caminamos por los distintos pisos y recovecos que, con sus obras, sorprenderá incluso a los asiduos visitantes ya que el museo cuenta ahora con los fondos que estaban ocultos por falta de espacio y que muchos de ellos son catalogados como obras maestras.
Se pueden apreciar en muchos de sus cuadros las primeras vivencias del artista, esas imágenes que gravadas en la memoria de la infancia, en este caso impregnadas de las duras jornadas de invierno en las montañas cañicenses donde se puede oír al aceroso sonido del viento transportando la niebla, la lluvia y los voladores copos de nieve mientras correteaba por los corredoiras de la villa del jamón, quizás por ello sabe, como comentaba Santiago Amón, que : “ el blanco más blanco nace de la explosión comunitaria de todos los colores” o que haya  en sus cuadros cierta simbiosis entre los mundos rurales y urbano y, como dice Román Pereiro de sus primeros cuadros “se aprecian presencias y encuentros con las últimas ofrendas de la aldea. Sus primeros cuadros son fuentes de evocación que expresan sentimientos íntimos de la memoria. Cosas sagradas del hogar y de la tierra. Tesoros que fueron de un mundo rural que se desvanece en la metrópolis, con todo el misterio poético de una cultura que se aleja y nos la ofrece el artista con la frescura de una sorpresa, como un afortunado encuentro lleno de sugerencias y de luz tamizada por la añoranza. Una luz crepuscular. Esa misteriosa e íntima luz que vibra en la proximidad de la sombra. Así nace un recital de veladuras para alcanzar un cromatismo refinado”.
Apreciamos, también, en sus mensajes y en toda su obra, que se entrega y nos la muestra con su personal estilo, con materias mixtas, en las que tan pronto está el óleo como el pastel, el carboncillo o la tinta, en paisajes repletos de color y abstractos fondos, muy logrado todo el entramado que invita a perder la mirada en su interior, a introducirte y pasear por él. Cuadros que te envuelven y acaparan en una larga contemplación.
Algunos le han inscrito en el realismo. Tuvo una etapa en la que algunos críticos como: Francisco de Pablos, Antón Castro, ……, le describían como un pintor del realismo exacerbado, “en cuyos cuadros se reencuentra con las cosas intrínsecas, con el lirismo y la peculiar poesía que emana de su obra”. “Todo ello basado en un gran dominio del dibujo que proporcionan al pintor sorprender hasta a la misma realidad”. Otros muchos la han inscrito en el “realismo mágico” y en otros tipos de realismo. Acertó Ramón Faraldo cuando dijo “¿Realista? sino fueras más que eso yo estaría en otra silla”. Lo verdaderamente mágico de Diego de Giráldez parte de sus vivencias, de su experiencia. Todo lo aprendido en las escuelas de Arte, la formación académica, le ha servido para olvidarlo. Se recluye en su estudio del marinero y enxebre barrio del Berbés, en su calle Real, y no busca otra historia que la suya y la que le dicta su experiencia en el sentido del viaje al fondo de su alma, que es Arte. Así nace su realismo NAS. Su rica experiencia, su deslinde de otros ismos, hacen que Diego de Giráldez merezca nombre de artista con mayúsculas, al enseñarnos a ver, a apreciar y admirar ese legado que nos deja. Sus cuadros figurativos nos muestras personajes casi mitológicos, servidos en bandeja de luz y silencio para él buen ojo del contemplador. Parecen querer contarnos su historia y las historias del rural, de los barrios urbanos o de los rincones marineros, llevando en su mirar la profundidad de una esperanza resignada y del infinito que tiene por delante. Aquí también radica la grandeza de su obra, el haber creado ese universo propio y único dentro de la creación artística real, donde el naturalismo, la abstracción y el surrealismo transfiguran el tamaño de la figura humana, incluso la vida cotidiana, para convertir lo real en arte.
La pintura de Diego de Giráldez es reconocida y se reconoce a distancia, pero cada cuadro suyo es un individuo: figuras, bodegones, paisajes, …., nos ofrecen su propia biología y mensaje, incluso el estado de ánimo del cacharro cotidiano. La materia y la luz dotan cada obra de este ARTISTA en un legado para la posteridad, desde una morada crepuscular, donde la luz incitante de sus vértices se une y traspasan la larga “noite de pedra” de sus fondos negros y abstractos hasta invadir lo más cotidiano del cuadro para cobijarlo en un todo infinito, liberador de esa sombra del denominado realismo mágico, donde plumas de elevado prestigio provocan comparaciones con otro de los grandes artistas españoles contemporáneos, Antonio López. Diego de Giráldez no es mejor ni peor que ese otro gran pintor, es diferente,  su pintura es otra cosa, por lo tanto no son comparables ni necesaria esa discusión de quien es mejor. Los dos tienen un gran dominio del dibujo, eso sí, pero ambos lo hacen de distinta manera. Lo único que puede tener Diego de Giráldez en relación al realismo mágico es recoger las cosas de la naturaleza y llevarlas a su mundo para iluminarlas con la luz inefable de un mundo nuevo, poético, armónico –como han dicho algunos críticos, con motivo de su exposición en París, “su obra es armónica, impregnada de esa armonía liberalizadora de la ola de mal gusto vivida hasta el momento ……”-, artístico y de dimensión infinita. Algo que sólo este gran artísta consigue a través de esa luz propia que nos transporta al umbral de lo desconocido, de lo que nos inquieta y lleva a su realidad. A esa realidad del silencio gesticulado para la meditación.
Vemos en su pintura pequeñas figuras humanas que no muestran la realidad de lo que somos, cruces de maderas rústicas y nobles, absueltas de la barbarie, simbolizando una pasión atenuada que encuentra en las cuerdas las ataduras de las muñecas del pueblo llano y en los paños blancos lo inmaculado y la tristeza del hambre e incultura, eso se puede ver en su Cristo – Hombre de 1982.
Diego de Giráldez se ha entregado al duro y constante trabajo que ha cuajado en cientos de exposiciones que pasean su obra por las más importantes galerías, colecciones y museos del mundo, en la que se aprecia una poética emanada de una infancia campesina, donde en ocasiones se ciñe a una realidad que bebe en el ancestro poético de tintes bucólico, el brillo de la noche o el blanco formado por la comunidad de todos los colores, realizando un canto a su origen desde la contemporaneidad.
Sus paisajes están llenos de evocaciones poéticas, coincidentes con su biografía, y de destreza técnica que al igual que sus figuras le corroboran siempre como uno de los grandes maestros del Arte Contemporáneo. Y sus bodegones son magníficos estudios de calidades. Se tratan, pues, de obras personalísimas,  de “diegos de Giráldez” puras e idénticas a sí mismas. De obras de una de las más notables personalidades de la pintura gallega y española de nuestro tiempo. Diego de Giráldez abandonó, como ya hemos dicho, el academicismo para convertirse en Diego de Giráldez, no ha querido enterarse de las modas para inventar el “Realismo NAS”, y centrarse en su propia voz. Declinó cualquier manifestación de servidumbre para poder ser libre en su creación que le ha convertido en una de las cimas de nuestra plástica. Hoy es un maestro reconocido por todo el mundo erudito, docto, aunque en Galicia, en pequeños círculos nacionalistas, se le considere poco gallego en su expresión pictórica. En Galicia, tierra cuyo nombre ha paseado por el mundo, que ha sido tardía cuna de pintores, es donde es discutido precisamente por ser diferente, porque no se asemeja a ningún contemporáneo ni a los que comenzando por Vilar de Donas y siguiendo por Antonio Puga y Pérez Villaamil, han llegado a la “actual” pintura gallega o a los más recientes teratológicos, románicos, primitivistas, ataráxicos,…., o de los que beben de la escuela de París, de los expresionistas alemanes del 62, ni de los de la escuela picassiana, etc.
Diego de Giráldez es simplemente Diego de Giráldez para convertirse, al igual que Antonio López, con estilos diferentes, en uno de los más grandes maestros del nuevo realismo contemporáneo mundial.

Ánsias por escribir

Son las 12 de la mañana del día 12 del mes 12 del año 2012. Siento ganas de escribir algo sobre arte, no sobre el arte Maya y su predicción que de cumplirse la interpretación que le dan algunos estas líneas no verían la luz. Estamos a diez días del fin del mundo, para unos, de la gran catástrofe, y de solo un cambio de época para los más optimistas, entre los que me incluyo, algo que se viene dando desde hace años.
Pienso que podría hacerlo sobre cualquiera de los grandes pintores o escultores españoles: Velázquez, El Greco, Ribera, Murillo, Francisco de Goya, Joan Miró, Juan Gris, Salvador Dalí, Picasso, Eduardo Chillida, Antonio López, Antoni Tàpies, Diego de Giráldez……… Al final me decido por Giráldez, por el inventor del NAS: naturalismo, abstracción y surrealismo a lo que le hay que agregar Realismo. Y es que su pintura recoge eso que hace unos años sería surreal y hoy se encuentra en la realidad diaria –pongamos por ejemplo, se podrían poner otros muchos: los bandos de condones cotidianos jubilados que de distintos colores, tamaños, textura o procedencia cabalgan, supliendo los peces sobre el lomo de suaves olas, procedentes del vertido de algún cercano hotel o de la fosa que denominan depuradora. Para después de dar una vuelta por la hermosa ría partir, acompañados de algunas bolsas plásticas, a través de las puertas de esas islas de los dioses hacia la libertad del océano Atlántico-, esa, también, es la realidad de nuestra época de la que es notario nuestro pintor. Notario de lo surreal que puede  llegar a ser la realidad que vivimos en un estadio cuando nos matamos o cuando escuchamos a un político decir que en su ciudad pasa hambre o duerme a la intemperie el que quiere o cuando observamos un incendio intencionado que quema nuestros más que centenarios pulmones –los árboles-, o tantas y tantas cosas que nos hace ver en sus cuadros, catedrales del medio.
En sus cuadros nos enseña, también, como decía Xaime Illa Couto: “……, su mundo, el yo, el número, la diversidad y complementariedad de los recursos humanos puestos en acción, agentes integrantes y receptores: adultos, adolescentes y jóvenes; activos y protectores, asesores o facilitadores; afrontando concreta y positivamente entre nosotros los grandes problemas del mondo actual, en el conflicto intergeneracional, la insolidaridad y la incomunicación.
En el horizonte territorial o ámbito espacial enmarcado en la sociedad en que vivimos y su lema “NAS”. Vemos la ciudad y su Hinterland, el rural, lo urbano y lo suburbano. Pero no en un sentido meramente cuantitativo, de crecimiento unilateral jerárquico y verticalista sino en un sentido cualitativo, cabal, como toma de conciencia de las potencialidades y recursos inéditos y escondidos en el ámbito de esta Galicia y de su desarrollo abierto cara dentro y cara fuera, fecundo e interactivo en su rica multidimensionalidad de identidades y diferencias, que van de lo personal a lo local, ó nacional y a la universalidad de la condición humana. En su obra observamos, percibimos, un sistema de articulación producido en un lugar o espacio y tiempo determinados y por una comunidad de hombres y seres en interacción con su medio natural y social, que es lo que conforma propiamente aquello, una “cultura”, que agregándole otros procesos de mestizaje y transculturación que enriquecen y universalizan sus contenidos hacen que todo ello nos muestre estar ante una obra universal”.   
Diego de Giráldez es hoy en día un famoso artista contemporáneo gallego, español e internacional que ha evolucionado constantemente y cuya obra incluye pinturas, dibujos, esculturas, …………. Giráldez, interesado, en sus principios, por las pinturas de Diego Velázquez, ha trabajado duramente experimentando y encontrando su manera personal de expresarse con su Realismo NAS sin abandonar nunca las reglas de la pintura convencional.
De Diego de Giráldez, maestro por excelencia, que no deja de crear, de trabajar, que aportó a partir de los años ochenta una importante evolución estilística que influye con sus efectos de luz en diferentes pintores contemporáneos, representador de lo cotidiano, del medio, de sus plantas, frutas, seres, bosques, montañas, valles,……., y para muchos el gran artista gallego, dicen que tiene mucho de niño grande –en esto le comparan con Álvaro Cunqueiro, que fue uno de los primeros que celebró su pintura-. De ellos decía Armesto Faginas: “Atopo moitas cousas en común entre ámbolos dous, por exemplo - algo non cativo- o amor polas pequenas cousas, a ledicia, poño por caso, ó sentir o canto dun paxaro ou dun galo, coma quen escoita a voz do mestre solista dun gran coro...”

Diego de Giráldez creador del movimiento NAS

Diego de Giráldez (A Cañiza 1956) Pintor español. Es el creador del movimiento NAS, en estos momentos, la figura más representativa del nuevo realismo NAS. Autodidacta, asistió a clases de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios en la ciudad Vigo, en la que ganó varios premios de dibujo y carboncillo, posteriormente se trasladó a Olot-Gerona. Se formó en artes aplicadas y triunfó como autor de pinturas de gran formato con excelente dibujo.
En 1982, ya en 1981 se advierte en su obra un evidente cambio de estilo que suscitaron críticas contrapuestas,  su interés por el arte de vanguardia, realista, lo llevó a abandonar la parte academicista para centrarse en la investigación pictórica hasta descubrir lo que denominó, y hoy se conoce, como movimiento NAS

A consecuencia de este cambio y animado por pintores con los que mantenía amistad - Antoni Pitxot, Salvador Dalí, …-  y distintos críticos – Santiago Amón, Ramón Faraldo, Victor Gay, …..- trabaja sin cesar en ese descubrimiento del NAS y realiza gran cantidad de obra y exposiciones de bodegones, paisajes y figuras plasmados con una concepción muy peculiar de todas las técnicas y tonalidades en las que, en un principio, predominan los negros, los blancos y los verdes, y después, todo lo demás, hasta llegar a la actual y sorprendente obra maestra que conforma su conocida y valorada producción.
En estas obras supo combinar el realismo del retrato con un naturalismo, un surrealismo en los tamaños e incorporación de objetos y una abstracción en los fondos, en los que predominan los tonos oscuros y luces en los vértices que resaltan la figura principal.
Muchos críticos lo catalogan un personaje complejo, soltero empedernido, rodeada su vida de mujeres, comedor de sardianas -al que las conserveras deberían hacerle un homenaje-, pero sobre todo como un pintor excepcional dedicado en cuerpo y alma al arte, que a partir de 1982 descubre el estilo NAS al que dedica su vida artística como nos recuerdan variadas e importantes plumas cuando nos hablan sobre la vida y obra de este pintor de origen gallego de  proyección universal, Diego de Giráldez, considerado el padre del movimiento NAS y uno de los más ilustres representantes del nuevo movimiento realista.
No cabe duda que su obra, de gran valor artístico, creó en un principio cierta polémica, en un momento en el que estaba en auge ciertos movimientos que reproducían el expresionismo alemán de los años 60, por lo que este artista de carácter tranquilo y humilde pero fuerte en la defensa de su creación fue catalogado como un hombre polémico, algo que no tenía mucho que ver con su personalidad.
Su cuadro, bautizado, "El Cristo Hombre” pintado en 1982 fue el inicio de este importante movimiento NAS. A partir de ahí sus cuadros, se exhiben en importantes museos y colecciones privadas de todo el mundo.
Diego de Giráldez  es, hoy en día, un gran artista que tuvo que hacerse por sí mismo, empezando a pintar en su más tierna infancia, a cualquier hora después de la escuela. Realizó su primera exposición individual –ya había participado en varias colectivas- en el año 1975, con sólo 18 años, en ella nos relata lo que ocurría en la vida cotidiana y en el medio rural durante la época predemocrática.

DIEGO DE GIRÁLDEZ

Manuel Diego Gómez de Giráldez (Pontevedra, 8 de marzo de 1956. Pintor y escultor. Galicia - España). Es uno de los grandes pintores del Realismo español y mundial contemporáneo.

Biografía

El día 8 de marzo de l956, a las 24 horas, como el que no quiere abandonar ese día, nació en A Cañiza, provincia de Pontevedra, en el seno de una familia pequeño burguesa, Diego de Giráldez, a quién le impusieron los nombres de Manuel y Diego. Hijo de Antonio, oficial de la marina mercante, y Luz empresaria de hostelería que al mismo tiempo se encarga de la educación y cuidado de los hijos, debido a que el padre estaba ausente con frecuencia, requerido por su profesión de marino; nieto, por línea paterna, de Diego y Generosa y por línea materna de Evaristo y Luz, todos naturales de A Cañiza (Pontevedra). Todo ello tiene interés para determinar la personalidad de este pintor, pequeño, algo calvo, de piel blanca y ojos oscuros, tercero de cuatro hermanos y que quizás esos prolongados periplos, de su padre, en la mar, hagan de él un niño juguetón y con inquietudes, que comienza muy temprano a dibujar, cuando a penas andaba ya “pintaba” con carbones de la “lareira” sobre papel de estraza, de envolver el pan, los que su madre desechaba. Y que hoy en día, en opinión de críticos tan significativos como Santiago Amón y Ramón Faraldo, es un “pintor sorprendente” que creó un nuevo estilo dentro de este nuevo realismo combinado con naturalismo, abstracción y surrealismo. "faca 2007" La infancia de este niño, hijo de un matrimonio maduro, tenían cuando nació Diego, el padre 41 años y la madre 38, transcurre entre los mimos y atenciones de su madre y las ausencias de su padre que ya empieza a tener problemas de salud dejándolo huérfano, el 15 de Junio de 1965, a los seis años de edad. Poco después su madre se traslada a Vigo con el resto de la familia y es donde a partir de 1967 se va formando cultural y artísticamente en sus cuatro grandes pasiones: la medicina, la anatomía, la pintura y la escultura. Este niño que responde al nombre de Diego de Giráldez pronto empieza a destacar como dibujante y ejerce, ya, como pintor que tiene todas las características para ser un nombre que pise fuerte en este “mundillo” del arte: “..., inquieto, con toda la fuerza y sabiduría de los Druidas Celtas...”, como nos recuerda Ramón Faraldo. Camina, los primeros años, silenciosamente, acumulando formación, pero hace notar su presencia entre los alumnos de la Escuela de Artes y Oficios de García Barbón - hoy Universidad Popular de Vigo- y en círculos y tertulias artísticas, siendo siempre el benjamín del grupo. El brillo de sus ojos, la constancia y la seguridad en lo que hace, presagian que este niño afable, sencillo y de sonrisa bondadosa se convierta, en lo que hoy es, en un valor artístico intemporal y universal. Este nombre de excepción entre la pintura contemporánea de los últimos años, pinta, en esa época, lo que conoce: el paisaje, sus gentes, las naturalezas muertas con colores y luces de nuestra tierra. Hoy domina una obra que ha sido catalogada, considerada por la crítica especializada, como una de las más personales de la pintura española contemporánea. En los años 70 y sobre todo a partir de 1975 existe en España, en Galicia y en Vigo un período de oscilación expresionista, que parece beber en las fuentes de los expresionistas alemanes del 62, algunos pintores buscan y no hallan en esos crecientes contrastes entre lo nacional y lo regional y lo internacional e intemporal, incertidumbre que se va aplacando en 10 o 15 años con una auténtica reflexión desde la sociedad en todas sus facetas: dentro del arte, de la literatura,.... Tensión y movimiento, que eran las características esenciales de esa época y que aparecen en el mundo del arte como un impulso ascendente, sin importar las bases fundamentales de cualquier movimiento artístico: dibujo, difuminación, equilibrio,...,contrasta con la opinión de algunos críticos y la sensación de ser arrastrados hacia abajo. Con el paso del tiempo y con una sociedad transicionada, el arte reflexiona a cerca de la vida, de lo imaginable e imaginario con total libertad de expresión desde todas las tendencias y estilos, pero eso sí “el arte ya es inseparable del oficio”, ya no sirve manchar por manchar, el “público” cada dia es más erudito. En esta pequeña ciudad, la más importante de Galicia, fermentan nuevas ideas y aparece Diego de Giráldez con un nuevo estilo, dentro de su línea, que denomina -Realismo NAS (naturalismo, abstracción, surrealismo)-, y con una tesis que registra como propiedad intelectual en el Registro Intelectual Internacional. En su obra se distinguen muchos elementos que hacen que se reconozca, a simple vista, entre todas las demás. Su gran familiaridad con la naturaleza, la notable seguridad en la observación de sus mecanismos le permite conocer sus leyes. El interés y un estudio constante de/por la anatomía le sirven como bases para plasmar sobre el lienzo la génesis empírica de lo que será su obra. Como hemos visto al principio, Diego provenía, plásticamente, de sus “experimentos” con carbones de la “lareira” y de su paso por la Escuela de Artes y Oficios, un tipo de escuela basada en poca teoría y mucha práctica, sobre todo en el dibujo. Por lo tanto y hasta 1975, la suya era una cultura autodidacta asentada en la experimentación práctica, en tertulias, en intercambios,..., y condensada en las notas que sobre la naturaleza, la vida de las gentes en el rural, la anatomía,..., iba tomando. También en esta época cultivo el aprendizaje de la escultura, que no abandonará nunca, aunque esta faceta solo la trabaje para su colección particular. Su investigación, siempre dentro de su línea -Diego respeta pero no comparte los modismos temporales y los “plagios” en el arte-, puede venir dada, en parte, para afrontar bien sus trabajos y por el estímulo del clima que hervía en la ciudad, en la que como ya hemos visto, existía una pequeña revolución cultural. Y por otra parte por profundizar en sus conocimientos y aportar algo nuevo a futuras generaciones. Vamos empezar hablando desde su primera exposición individual. En 1975 comienza su andadura artística con la primera exposición individual, en Vigo. Conoce las primeras críticas de Álvaro Cunqueiro, Francisco de Pablos, Antón Castro, Enrique Gómez,.... Este nuevo realismo detallista, primoroso, pulcro y ordenado tiene en sus obras figurativas, paisajísticas y bodegones una especie de equilibrio entre la delicadeza y la serena austeridad. Tiene también ciertas reminiscencias abstractas, surrealistas y naturalistas incluso en sus cuadros más realistas....”. También por esa época conoce a personajes como Xosé Filgueira Valverde, que fue la persona que aconsejó la compra de su primer cuadro por el Museo Provincial de Pontevedra, uniéndole hasta el final una sana amistad - al igual que con Álvaro Cunqueiro -. Con el paso del tiempo, Filgueira Valverde, escribiría: “... Din algúns que este pintor e un mestre que deprendeu o oficio dende pequeno, que sabe como manexar o pincel, o lápiz e a paleta. Eu vexo unha obra coma as mellores da nosa terra: clara, limpa, con esa luz -Luz a nai, Luz a aboa- da nosa vida labrega...”. Con Álvaro Cunqueiro hace una gran amistad, visitando, este, con frecuencia su estudio de la calle Real y Diego el despacho de la calle Carral y vivienda en Marqués de Valladares. Quizás Álvaro haya sido uno de los primeros en descubrir el talento artístico de nuestro pintor, cuando dice: “... Para ser pintor, hay que nacer, hay que soñar durante moito tempo, hai que atopar un estilo coma el, non son os mais listos, os licenciados, os que o atopan, algunhas veces son cáseque nenos como Diego que saben de labregos, de ovellas e carneiros, de carballeiras e capóns -eses galos de crestas vermellas que matan o basilisco-, desas alaceas e lareiras, desas froitas que se lle poden adiviñar os vermes dentro. Eu para ver os seus bodegóns non teño que haber xantado. Teño que vir en aiunas, e daquela poido carregar o meu maxín da poesía que emanan...”. Hace amistad con José Otero Abeledo “Laxeiro” y otros pintores de la época, con “Laxeiro” la conserva hasta el final, no en vano uno de sus estudios actuales, en Vigo, está en la buhardilla que este pintor, fallecido, utilizó en la calle del Príncipe nº 26. A partir de 1977, expone en la más prestigiosas salas de toda España, se había trasladado a Cataluña donde conecta con relevantes personalidades del arte, pintores en el Colegio de Bellas Artes de Olot,..., y nombres importantes como Antoní Pichot, Gala, Salvador Dalí - al que visita con frecuencia-,..., críticos de arte como Víctor Gay, los de La Vanguardia,..., que elevan su obra y su prestigio. En Madrid visitan sus exposiciones: Ramón Faraldo, Santiago Amón,..., a estos dos críticos le llega a unir, con el pintor, una verdadera admiración por ambas partes. Hasta el extremo de comentar:“Si me preguntase ¿Qué cuadro debería incorporarse, ya, al Museo del Prado?. Seguramente me respondería que “El Cristo Hombre de Diego de Giráldez”, de este autor,...,”cuadro que tan bien ha sabido ver el prestigioso crítico Ramón Faraldo cuando dice:“Te confunde quien te llama realista, sino fueses más que eso yo estaría en otra silla,¿A quien te pareces tú?. A nadie, que yo conciba. Tú te pareces a ti. ¿Y tú Cristo - Hombre?. Insisto en esta obra de gran envergadura que ofrece una novedad dentro de la pasional tradición de las crucifixiones. Esa cruz, que nadie se ocupó de ella. Tú nos haces ver que ella no tuvo la culpa, que ella iba para mástil de barco, leña de lareira o pie de bandera, pero los hombres la condenaron a eso, a ser cómplice del deicidio. Y esto no lo vio nadie. Ni Valdés Leal, ni Grunewald, ni Salvador Dalí,...”. A Diego de Giráldez,-que hoy día está expuesto en más de cien prestigiosos museos de todo el mundo, en importantes colecciones privadas e institucionales y que ha sido seleccionado para la “Expo Universal” de Lisboa, entre los dos pintores que representan a cada nación, en este caso a España, siendo al mismo tiempo la primera vez que seleccionan a un pintor gallego-, tuve la suerte de visitarlo en su estudio de la calle Real, hace años, en compañía del gran crítico de arte, malogrado en accidente de aviación, Santiago Amón quien me dijo: “... Diego es ya uno de los grandes del realismo español contemporáneo”, luego hizo una extensa crítica, para el medio con el que yo colaboraba en esa época, y que en alguna parte se manifestaba a manera de un sugestivo ensayo y de donde recogemos algunos fragmentos que aparecerán a lo largo del libro, empezando por este: “Realista exacerbado, donde encuentra la implicidad de su poesía. En su obra se reencuentra con lo intrínseco, con las cosas mismas, y las traslada a la faz incitante del lienzo con precisión lírica. Diego de Giráldez, sabe que el arte es absolutamente inseparable del oficio. Sabe también que el blanco más blanco nace de la explosión comunitaria de todos los colores, y que el negro más negro surge cuando la noche se apodera del fulgor del arco-iris. Pintor sorprendente, creó un estilo dentro de este nuevo realismo que denomina NAS (naturalismo, abstracción, surrealismo)”. En 1980 es seleccionado para formar parte de la exposición “Maestros del Realismo Español”, a partir de este año es normal verlo, escucharlo y leerlo en distintos medios de comunicación, revistas especializadas, libros,..., sus obras están en Museos, Diputaciones, Gobiernos Autónomos, Ayuntamientos, Cámaras Municipales de Portugal, Bancos y Cajas de Ahorros, importantes colecciones privadas,.... Recorre, con exposiciones individuales Europa, sobre todo España y Portugal, aparece también en colectivas: Lisboa, París, Ginebra, El Cairo,..., los críticos se hacen más, si cabe, eco de su presencia: Santiago Amón, “ A partir de la exposición ‘Maestros del Realismo Español’. Las obras de Diego de Giráldez son de un nuevo realismo, del óleo y tintas se pasa a una técnica mixta..., con un gran equilibrio entre la sensibilidad y la técnica, con una pintura muy elaborada,.... En el transcurso de poco tiempo hay una actitud positiva del público y quién sabe si de los críticos, así como de los coleccionistas, importantes, de arte que empiezan a fijarse en su obra..., empieza a vender sus primeros cuadros para buenas colecciones privadas e institucionales, a participar en interesantes exposiciones de pintura española en España y el resto de Europa, proliferan las muestras individuales en relevantes galerías... y se producen las primeras adquisiciones de obras suyas por parte de museos...”. Podemos nombrar:

Museos de Artes Contemporáneas - El Cairo (Egipto), Toledo,...,
Museos de Bellas Artes: Santander, La Coruña, Murcia,...,
Museos Provinciales - Lugo, Pontevedra, Ciudad Real, Guadalajara, Cáceres, Badajoz, Menorca, Melilla,...,
Museos Diocesanos, Museos Municipales, Museos Específicos, Museos Portugueses, Museos de otras partes del mundo,....
Otros museos importantes del mundo: Vaticano, etc….
Nos sigue diciendo que: “... su obra va ganando noticia, fama y atención allende las fronteras...”. “... termina -EL CRISTO HOMBRE-, obra de gran envergadura, justo parece destacar, al lado de la virtud poética e histórica del cuadro, el carácter de proeza técnica, la condición de madera de esa cruz que la secunda sin deidad, el cristo –el hombre de rodillas-, cabizbajo, la voluntad sin freno del ejecutor y el oficio que recorre la obra de punta a cabo, tras una génesis empírica, paciente, gradualmente vivida por el creador hace a la postre, a los ojos del observador, una obra magistral”. Sobre esta obra, el autor, Diego de Giráldez nos dice en 1982: “Graznando rompí el cristal / y te vi pueblo de la sociedad por abajo, / Te grité y te pinté, / así también por donde la piedra desnuda de la calle rompe / tú quedas..../ De los brazos, la madera y el cristal, / el hombre.... / De la cuerda las ataduras de las muñecas. / Blanco... ligaduras de la frente y cintura, tristura / cabizbajo de rodillas es el hombre... / de las “tierras quemadas” debajo / quemada su piel con suficiencia / por los golpes de sol y de trabajo. / Hoy el negro, silencioso, se apodera / de mí la noche entreabierta, / interpreté colores de los colores. / La noche es un conjunto de colores / que acecha con caras de luces / que juegan a fugarse aún sin manos.” Nos recuerda Ramón Faraldo en “Recuerdos”: “... recuerdo una noche de verano, no sé si de plenilunio, o noche de primavera tardía o de otoño naciente, sentados en una mesa de mármol en La Cañiza, en compañía del colega, y sin embargo amigo, Enrique Gómez. En esto, una sonrisa y unos ojos brillantes se apoyaron sobre mi rostro, y te tuve ante mí. Me hablaste con la sencillez y sabiduría que te caracteriza, con esa falta de presunción y, en todo caso, concluiste - que tu obra y la de cualquier artista no es cuestión, simplemente de oratoria, de verbo, es más, si cabe, de biología de la propia obra, que sepa defenderse por sí misma-. Noche, febril, que más bien parece incendio que noche, te ha traído a ti, amigo mío, cargado de sensaciones, de cosas de mí interés, y del interés ajeno, pero para satisfacerlo se necesita la escritura, la palabra, el verbo. Eso trías en tú sonrisa, en el brillo emergente de tus ojos, en tú serenidad, sé lo que quieres decir, pero hoy vamos a hablar en el verbo fundamental para transmitir a la continuidad de la especie. Perdóname, Diego, y cuando lleguemos al “más allá”, considera silo que alcancé a penetrar en el complejo persona-obra, que lleva tú firma, compensa el que no profundice en tú tesis, de esta noche, que entiendo. ¿Recuerdas cuando nos vimos por primera vez en aquella galería de Madrid?. Tú catálogo: “Diego estudió pintura y escultura... “. Te pregunté ¿Pintor o escultor?. Fue aquella la primera gran realización de tú mano que conocí. Me di cuenta, de gallego a gallego de escritor a plástico, que por merecimientos que todavía desconocía, estaba en tú enigmática exposición, incógnita exposición madrileña, también me di cuenta de que, quienes te seleccionaron, habían encontrado un nombre que añadir a la plástica española. Me di cuenta que estaba ante una obra intemporal e internacional de sorprendente acabado,....”. En aquellas épocas otros críticos se hicieron eco de sus exposiciones: Miguel Gil, Victor Gay, Jesús Rodríguez, César Valença, Trapero Pardo, Francís Vicents,….., o Richard Arnold que nos dice: “... La pintura de Diego de Giráldez es la de un gran maestro del “realismo”, con un manejo único del claroscuro, con un universo de gran originalidad, en algunos cuadros un tanto barroco, con figuras que semejan flotar en un espacio de radiaciones de silencio poético, donde bolas de cristal como áureas transparentes aparecen preservando un mundo dentro del propio mundo, de la propia biología del cuadro...”, Enrique Gómez: “Diego de Giráldez que, ya, en Marzo de 1980 fue seleccionado para la exposición “Maestros del Realismo Español” con Antonio López, Eduardo Naranjo,..., sorprende por su exquisito lenguaje y poético sentido con un soberbio terminado que caracterizan a las obras maestras.... Para mí, Diego de Giráldez, es uno de los nombres significativos en el arte contemporáneo, su obra denota una elegancia austera y da la sensación de que nos encontramos ante el mayor equilibrio de sensibilidad y técnica que nos hace ver una pintura inteligentísimamente elaborada”, Antón Castro nos habla de: “Dimensión poética de la realidad. Sin lugar a dudas, Diego de Giráldez es ya, y por derecho propio, uno de los grandes pintores de la realidad que bebe en el ancestro poético de tintes bucólicos” y Francisco Pablos que nos dice: “Su obra es un capítulo aparte en la pintura española contemporánea, que da a este pintor la calidad de maestro del realismo. Un realismo diferente, de poética implícita, de imaginable y cuasi imaginario misterio”. Aparecen libros monográficos sobre su obra, etc. En 1991 es invitado por el Excelentísimo Ayuntamiento de Vigo para inaugurar A Casa das Artes e da Historia de Vigo. Hecho que realiza con una antológica excepcional. 1992. Lalo Vázquez Gil (periodista, escritor y cronista oficial), (con motivo de la exposición de 1992 en Valladolid): Diego de Giráldez, un pintor filósofo realista. Hace algunos años - estaba yo en Valladolid-, algunos amigos me dijeron que exponía un gallego excepcional, una colección pictórica realista, surrealista o “casi”, que no dejase de verla y que les diese mi opinión. Un profesor vallisoletano que había dado clases en un Instituto de Vigo, me dijo que era “onírico”. con lo que se acercaba, evidentemente, al surrealismo y que ¡ era vigués ¡ (“¿ Lo conoces ?” “Debo conocerlo”. Y enseguida añadí: “Si es, si pinta como dices, seguro, seguro que es Diego de Giráldez”. Y lo era. Allá me fui y aunque no estaba en la sala gozamos y comentamos su pintura y estuvimos filosofando y lucubrando en torno a su obra. La muestra era verdaderamente excepcional y se celebraba en la acreditadísima sala del Centro Gallego, sociedad cultural, artística y difusora de todo lo gallego, con amplias miras, de gran prestigio en los medios entendidos y cultos de la ciudad de Felipe II. No me extrañó que la exposición alcanzase tanto éxito en una ciudad conocedora del buen arte. Jamás me defraudó Giráldez en ninguna de sus salidas. Y aquí menos - en Valladolid -, porque todo el mundillo artístico se hizo lenguas de su buen hacer - y así presumieron sus amigos y sobre todo los gallegos - vallisoletanos”-. Todos los visitantes entendieron el arte de Diego de Giráldez, que transciende más allá de lo gallego para hacerse universal en ese mundo de símbolos que introduce en su obra con pinceles de paciente pintor, de medidor, sin prisas, del tiempo, del último detalle visual, hasta alcanzar esa perfecta realidad no exenta -sin embargo-, de su huella personal intencionada. Porque el pensamiento, su sentir, sus deseos, sus ideas, sus mensajes, sus secretos, Giráldez no los expresa solo con sus representaciones, con la composición extraña, filosófica, a veces tétrica o advertidora de que hay un mundo esotérico y exotérico. No. Giráldez lo manifiesta, también, con la exactitud de visión y de plasmado material, a propósito, situándose fuera de las órbitas de la moda -algunas ya demodés-, en un punto que ha querido escoger a conciencia -sin encasillamiento absoluto y en el que se mueve por convicción. Así, sus figuras, esos cristos extrañamente crucificados, esos paños, esas aves, esos objetos vulgares -enriquecidos- van más allá de la materialidad ya simbólica tópicamente sí misma y se transforman en algo más sublime porque Giráldez las conjuga y las envuelve, invirtiendo y trastocando su significación iconográfica. Y ahí esta la dificultad para entender la pintura de Diego en su simplicidad. Hay en sus cuadros algo que nos inquieta, que no llegamos a entender absolutamente....”. En 1998 es seleccionado, como uno de los dos pintores que representará a España en la “Expo-Universal del Arte” en Lisboa, de lo mucho que se ha escrito sobre este acontecimiento se me ocurre traer a estas páginas el título con el que Francisco de Pablos encabezó una extensa crónica en Faro de Vigo: “Diego de Giráldez, una estrella plástica en la “Expo’98” de Lisboa”, creo que con esto queda todo dicho, no obstante recogemos párrafos de artículos de la prensa de Vigo:, -no lo hacemos con los medios portugueses, resto de Europa y resto de España, por razones obvias de espacio-.La Voz de Galicia: “ La Exposición Internacional de Arte, que se celebra este año dentro del recinto de la Expo Universal 98 de Lisboa, ha seleccionado a Diego de Giráldez como uno de los representantes españoles dentro del certamen plástico....”. “Giráldez es uno de los dos creadores españoles seleccionados para este certamen que muestra las creaciones de dos autores por cada país....”. “El artista, afincado en Vigo, expone sus obras en la “Expo Universal 98” de Lisboa.”. Faro de Vigo: “... El pintor vigués de adopción cuyo reconocimiento lo certifican datos como que cuadros suyos estén ya en más de 90 museos españoles, además de otros en el extranjero: Diego de Giráldez. En la Expo 98 de Lisboa estará también su obra en una muestra conjunta con otros artistas, de todo el mundo, seleccionados de países como Italia, Japón, Portugal,...”. “ Sólo dos artistas por país figuran en la excepcional muestra en Portugal” “ Entre los acontecimientos culturales que ofrece la Expo 98 de Lisboa, el último certamen del milenio en su carácter, está la Exposición Internacional de Arte, para la que se han seleccionado artistas famosos de todo el mundo, y únicamente dos por cada país representado. Por España, uno de ellos es Diego de Giráldez, gallego, residente en Vigo, donde tiene su estudio y trabaja habitualmente...”. “... su obra esta expandida por todo el mundo”, “... están en diversos museos y colecciones particulares...”.

Diego de Giráldez: Inquietudes

Diego de Giráldez, mantiene a lo largo de su vida una extensa e intensa relación con la medicina natural y especialmente con la anatomía. En su permanente deseo de reflejar el cuerpo humano en la naturaleza, dentro de una ilimitada capacidad inventiva que lo diferencia.Museos
Su obra está representada en más de 150 importantes museos del mundo.

Obra
Como pintor, Diego de Giráldez, no tuvo un estilo o técnica única, hasta que inventó el Realismo NAS. Lo mejor de su producción artística se desarrolla dentro de este realismo de gran detalle y composición genial, que refleja, entre otros temas, su mundo particular onírico. En este sentido podemos mencionar algunas de sus obras como:

Gallega (1981)
Huerta (1981)
Reproducción del ser vivo (1981)
Cristo hombre (1982)
Preside la naturaleza (1985)
Observando la naturaleza (1985)
De espaldas (1987)
Comienzo de la humanidad (1987)
Simbolización (1995)
Campesino (1989)
Maternidad, el aliento de la vida (1989)
El hombre es bruto (1990)
La pesca (1990)
Le rodea la vida (1991)
Gallo africano (1995)
Soldados (1997)
Retrato (1998)
Gallo de infierno (1998)
El agua (1998)
La vida (1998)
En el aire (1998)

Recogemos algunos de los varios fragmentos de escritos, críticas de arte y libros bibliograficos realizados por importantes plumas del mundo de la cultura sobre Diego de Giráldez. Ésta página, hija de varias y valiosas plumas, tiene una razón de ser: la existencia de un gran pintor – Diego de Giráldez – cuya obra y dilatada vida artística seguimos, junto a una plural interpretación de su arte. Por lo tanto formará parte de su importante bibliografía en la cual este trabajo, esperamos, tendrá una gran importancia y en futuros estudios, que no faltarán, deberán contar con ella…

Bibliografía

Entre otros muchos, 32 libros, podemos mencionar:
Faraldo, Ramón: El mundo de Diego de Giráldez. Lugo, Diputación Provincial, 1991.
Pablos, Francisco: Diego de Giráldez y su realismo. Pontevedra, Diputación Provincial, 1990.
Pablos, Francisco: Plástica gallega. Vigo, Caixavigo, 1981.
 Gómez, Enrique: Diego de Giráldez. La realidad y su espejo. Editorial Nigra, S.L., 2001.

No hay comentarios:

Publicar un comentario